Valor en salud
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Actualidad - Entrevistas

04-05-2011

Francisco Javier Elviro
Gerente.  Hospital de El Escorial

Delegado de La Fundación Signo y Referee del Bazar / Publicaciones

¿Cuál ha sido tu trayectoria Profesional?

Soy médico. Tengo cincuenta y siete años y, por tanto, llevo ya bastantes años de trayectoria profesional. Cuando acabé la carrera, lo primero que hice fue ejercer como médico rural, porque siempre pensé que era una experiencia de la que el desarrollo de una carrera profesional debía partir, con ese primer contacto con los pacientes y con la medicina primaria. Estuve año y medio trabajando en un pueblo y fue una experiencia maravillosa. Después aprobé el MIR y empecé la especialidad de Microbiología, porque a lo largo de la carrera me gustó mucho el estudio de las enfermedades infecciosas; la hice en el Hospital de la Cruz Roja de Madrid. Cuando terminé, pasé al Hospital de Móstoles, que tuve la suerte de abrir. Por tanto, mi experiencia fue doble: por un lado, el desarrollo de un Servicio de Microbiología, porque era el único microbiólogo, y por otro, la apertura de un hospital, que fue una experiencia magnífica. Estuve allí tres años y a continuación me llamaron para abrir el Hospital Severo Ochoa de Leganés. Allí estuve trabajando desde 1986 hasta 1995. En ese período, me fui dando cuenta de que no sólo me gustaba el área asistencial, sino también su entronque con el área de gestión. El trabajo de jefe de servicio me permitió desarrollar esas dos actividades. Además, hice un master de gestión para directivos y me fui a trabajar un año y medio al Hospital Juan Canalejo de La Coruña como Director de Laboratorios. Tras ese período, me volví a Ciudad Real como Director Médico. Ya empecé una trayectoria directamente de gestión y estuve desde 1997 a 2002 en el Hospital de Ciudad Real. En 2002 me vine a Madrid y me incorporé como Director Médico al Hospital del Escorial. Dos años más tarde, pasé a Gerente, que es el puesto que ocupo hasta ahora.

¿Qué ha sido lo mejor?

Creo que he tenido el privilegio de nacer en un país donde se puede vivir bien y a lo que me dedico es a vivir bien toda la vida. Tengo que reconocer que cada momento me gusta más que el anterior. Ahora mismo lo más importante es que he sido abuelo, pero todas las experiencias las he vivido con una gran satisfacción. En mi trayectoria me he movido mucho, pero por voluntad propia; hasta ahora he tenido ese privilegio. Realmente, no sabría decir cuál es el mejor momento, porque todos tienen cosas buenas, aunque duras; los buenos momentos no son los momentos plácidos, sino los positivos en los que vas haciendo cosas que te estimulan a trabajar e implicarte en el centro en el que estás trabajando. Momentos de esos he tenido muchos. Ahora mismo tengo el hospital medio roto, con una obra interna, con muchísimos problemas… Es un momento magnífico, porque me permite trabajar e interesarme en gestionar todas esas incidencias.

¿Qué ha sido lo peor?

Los malos momentos son circunstancias que pasan. A lo largo de la vida hay problemas y hay gente que me conoce que no entiende que diga que son buenos momentos. Hay conflictos en los hospitales, sales incluso en la prensa, pero son circunstancias que te toca vivir. Como se dice popularmente, lo que no te mata, te hace más fuerte. Malos momentos y sin sabores tienes todos los días, como el fallecimiento de pacientes, pero no lo puedes considerar como una situación tortuosa y forman parte de tu trayectoria. Si estás de gerente en un centro, sabes que estás en el ojo del huracán.

¿Cómo ves el futuro?

Tengo muchas dudas, pero hay una cosa que tengo clara: la sanidad que podemos tener es aquella que podemos pagar. En estos momentos, el desarrollo técnico y la aspiración de todos, como ciudadanos, políticos y profesionales, no lo podemos pagar. Entonces hay que tomar decisiones estratégicas, políticas, sociales, y no sé cuál va a ser el futuro de la sanidad. Estamos buscando nuevas formas de gestión como solución y seguramente mejorará, como han ido mejorando otras cosas como el modelo gerencial, que puso un poco de coto al problema económico y la falta de control. Sin embargo, creo que esto no va a ser suficiente. Hay que hacer una reflexión social de cuál es la sanidad que nos podemos y nos queremos permitir, o cuánto estamos dispuestos a pagar. Los gerentes tendremos que trabajar en mejorar la eficiencia, buscar acuerdos, buscar sinergias, poner tecnología que abarate los costes, etc., pero eso no va a ser suficiente. Ahí hay una decisión que está por encima de nosotros, que es una decisión política y social. Por todo esto, no sé cuál va a ser el futuro de la sanidad, pero no soy pesimista ante ella, sino que estoy expectante e intentando encajar con las nuevas formas de trabajo.

Eres conocedor y delegado de la Fundación Signo. ¿Qué crees que está aportando y qué debería aportar?

La Fundación Signo me parece una maravilla. Me parece una realidad virtual increíble, porque teniendo tan poca estructura, consigue una capacidad de comunicación tremenda. Ese es el gran valor de la Fundación Signo y deberíamos aprenderlo en otras cosas. Sin recursos, plantilla ni estructura, consigue convocatorias muy importantes; eso debería servirnos de ejemplo para otras actividades. La Fundación es un punto de encuentro de la gente que tiene cosas para aportar a toda la sanidad: médicos, enfermeros, gestores, gente de la industria… Esa permeabilidad de la Fundación Signo, que ha sido un ejemplo, es lo más destacable. Creo que el sentido de punto de encuentro es el futuro de la Fundación. Lo que tiene que hacer es consolidarlo y ayudarnos con las nuevas tecnologías, el área de calidad, el área de recursos, etc., porque puede ser un punto de encuentro donde convergen intereses de muchísimos colectivos que nos pueden ayudar a trabajar mejor o ahorrar costes. Pienso que pocas estructuras son tan modernas y tan actuales como la Fundación Signo.


Los buenos momentos no son los momentos plácidos, sino los positivos en los que vas haciendo cosas que te estimulan a trabajar e implicarte en el centro en el que estás trabajando

Hay que hacer una reflexión social de cuál es la sanidad que nos podemos y nos queremos permitir, o cuánto estamos dispuestos a pagar