Valor en salud
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Un nuevo contrato social para una nueva sociedad

Un nuevo contrato social para una nueva sociedad

Francesc Moreu
Socio director de Moreu y Asociados   /   01-04-2019   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
En mi anterior aparición en este blog titulé mi aportación: “Un nuevo modelo de salud para una nueva sociedad”.
Ahora, en este post, mantengo la línea argumental y me asomo a la mayor, al “Contrato Social”, conjunto de derechos y deberes de los que se dotan los ciudadanos encargando al Estado la tarea de protegerlos, circunscribiendo mi reflexión al ámbito del “Bienestar”, del que la Salud es un ingrediente básico, dentro de un Estado de Bienestar clásico, en que el Estado se responsabiliza del Bienestar de los ciudadanos en un modelo redistributivo de sus aportaciones como garante de la equidad.

Todos los partidos políticos consideran al Estado de Bienestar, en su actual formulación, una línea roja que no se puede traspasar, pero estos mismos partidos políticos son los que lo laminan un día sí y otro también.

Desde el gobierno de la nación exigiendo a las CC.AA. unas reducciones de déficit superiores a las que este propio gobierno central se adjudica a sí mismo, a sabiendas que estas CC.AA., que al fin y al cabo no son más que, en buena medida, gestoras de este Estado de Bienestar, al que dedican en lo tocante a Educación, Sanidad y Servicios Sociales más de los dos tercios de su presupuesto, si se ven obligadas a reducir su déficit no tienen más remedio que recortar en estas partidas, pues es allí donde está el grueso de su gasto.

No hay que olvidar que la explosión del Estado de Bienestar en nuestro país se produjo con una década de retraso respecto a nuestros partners europeos, que su peso en el PIB está por debajo de los de estos, que, además, alguna de sus partidas, las ayudas a la pérdida del trabajo, capturan una parte mucho mayor de este PIB que lo que ocurre en otros países, y, seguramente, “su generosidad” es mayor que el de los 15 con los que nos podemos comparar y que en muchos países europeos la adopción de medidas, para hacerlo sostenible, hace más de una década que se iniciaron mientras en España aún están por estrenar, más allá, como ya comente en el post anterior, de la devaluación interna y el recorte puro y duro.
No deja de ser significativo, para ver la problemática desde una perspectiva global, que la salida de la crisis del 2008 pasa, entre otros, por la adopción de un modelo de sociedad post capitalista (que no anticapitalista), que, partiendo de la aceptación del capitalismo, lo reforme para mantener sus fortalezas sin caer en sus perversiones, que erosionan la equidad y generan desigualdades potenciando para ello la solidaridad. Tampoco debe olvidarse que en España, para salir de la crisis, es necesario, por parte de la sociedad, hacer suya una nueva escala de valores que privilegie el esfuerzo, la meritocracia, emprendimiento y, en mayúsculas, la solidaridad como base sobre la que sustentar la equidad, en consonancia a los valores de la ya citada de la sociedad post capitalista.

En este contexto debe replantearse, pues, nuestro “Contrato Social” con el propósito de alumbrar, no de manera resignada, sino de manera ambiciosa, un Estado de Bienestar “reinventado” para esta nueva sociedad.

Por ello, quizá, la etiqueta que mejor le cuadre sea la de “Sociedad del Bienestar”, en la que el bienestar de los ciudadanos no lo reporte únicamente el Estado sino que sea una cuestión entre las personas, el Estado y el mercado a partir del principio de Estado, todo el necesario para asegurar la equidad, pero mercado todo el posible como estímulo al esfuerzo y a la eficiencia.

Obviamente, todas las prestaciones de esta Sociedad del Bienestar deben tener los mismos principios y lo que se haga en pensiones, en este equilibrio entre Estado y mercado, debe ser lo mismo que ocurra tanto en educación como en Servicios Sociales y en Sanidad.

Insisto, no se trata de “cargarse el Estado de Bienestar”, sino de asegurar su pervivencia acorde a un nuevo modelo de sociedad, y quienes se lo están “cargando” son aquellos que se resisten a reformarlo por el riesgo político que ello representa, para quienes lo propongan, si solo se razona en términos de las próximas elecciones, en vez de pensar en términos de política de Estado.

Algunas de las propuesta en el ámbito de la Salud, de mi colaboración anterior, iban en esta dirección, tratando de preservar el excelente sistema de Salud que tenemos y que, para ello, no hay más remedio que reformarlo, y que reformarlo, por ejemplo, manteniendo un aseguramiento público único, para los riesgos corrientes y catastróficos, no es contradictorio en proponer un networking público-privado en la prestación en la que el sector privado pueda competir con el público en las prestaciones de la citada póliza, una vez asegurada la igualdad de reglas del juego para unos y para otros como estímulo a la calidad, el servicio y la eficiencia.

Me gustara ver si algún partido político recoge en sus propuestas, cara a las elecciones de abril, alguna en esta dirección. Me temo que, como siempre, a la Salud de los ciudadanos se dediquen cuatro rallas de compromiso, y al necesario reajuste del Contrato Social ni mención.

Obviamente no pretendo tener la razón, tan solo pretendo, como ya indicaba al final de mi post anterior, estimular un debate que ya no se puede aplazar más y, para ello, me atrevo a poner negro sobre blanco un porqué y un cómo, sin miedo a, como dicen en mi pueblo, ser por ello el “asa dels cops”, el burro de los golpes…

 
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