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Las 4D esenciales para los líderes: dialogar, discutir, debatir y deliberar

Las 4D esenciales para los líderes: dialogar, discutir, debatir y deliberar

Francesc Iglesias
Responsable de la Oficina de Apoyo a la Innovación y la Investigación. Dirección Gerencia. Institut Català de la Salut   /   27-02-2025   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
Mirando hacia atrás, creo que este es mi decimotercer artículo en el blog de la Fundación desde su inicio. Este número, siempre rodeado de cierta polémica sobre su influencia en la buena o mala suerte, me ha llevado a reflexionar sobre cuatro conceptos clave en el liderazgo: dialogar, discutir, debatir y deliberar.

Estos cuatro pilares son fundamentales para la comunicación efectiva y la toma de decisiones en cualquier organización. Saber utilizarlos adecuadamente en nuestro trabajo y en nuestras relaciones profesionales mejora nuestras competencias y fortalece nuestra capacidad de liderazgo. Sin embargo, observo con preocupación cómo, en los medios de comunicación, en las redes sociales e incluso en encuentros profesionales, estos conceptos se confunden, se diluyen o se deterioran, perdiendo su valor esencial. Es importante recuperar su verdadero sentido y aplicarlos con criterio y ética.


Conceptualización

Cada una de estas habilidades puede considerarse una herramienta esencial en el liderazgo, permitiéndonos abordar la toma de decisiones, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos. Sin embargo, no basta con conocerlas: hay que entrenarlas y perfeccionarlas con la práctica, pues no son disciplinas sencillas.

Además, es fundamental usarlas con responsabilidad. Si se aplican de manera incorrecta o con fines deshonestos, pueden generar efectos negativos y obstaculizar el logro de objetivos. También es clave saber elegir cuál utilizar en función de la situación, el tiempo disponible, el tema a tratar y los interlocutores involucrados.


Dialogamos

El diálogo nos permite exponer nuestras ideas y posicionamientos sobre un tema determinado, pero siempre desde una actitud de escucha activa y apertura a otras perspectivas, pues no son disciplinas sencillas. Debe ser un intercambio constructivo, basado en la búsqueda de consenso y en la mejora de ideas a través de diversas contribuciones. Para que el diálogo sea efectivo, es importante elegir los momentos, los espacios y las condiciones adecuadas que faciliten una conversación confiable y productiva.

Una herramienta útil en este ámbito es la conversación estratégica, que suelo emplear en las fases iniciales de un proyecto para evaluar grados de consenso, detectar sinergias y clarificar prioridades. Son diálogos con un propósito definido y un resultado esperado, en los que participan las personas clave para el éxito del proyecto.

Discutimos

La discusión nos permite identificar diferencias, explorar distintos enfoques e incluso confrontar posiciones opuestas sobre un tema, con el objetivo de negociar y encontrar puntos en común. 

Sin discusión, hay imposición. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase ¡Esto no admite discusión y punto! Esta actitud suele llevar a conflictos, a posturas inflexibles y a decisiones impuestas por la fuerza o el poder, lo que a menudo termina en fracaso. Para que una discusión sea efectiva, debe realizarse con empatía y asertividad. Cuanta mayor claridad y calidad tenga el debate, mayor será el entendimiento y el respeto mutuo. La discusión debe tender a convencer, no a imponer.

Además, una buena discusión debe conducir a una negociación realista y viable. Sin flexibilidad ni disposición a ceder en ciertos puntos, discutir se vuelve inútil y solo alimenta la confrontación y el distanciamiento.

Debatimos

El debate es una evolución de la discusión, especialmente cuando las posturas están polarizadas. Aquí no se trata solo de contrastar opiniones, sino de formalizar y argumentar los distintos puntos de vista de manera más estructurada y profunda.

En un debate, las posturas suelen agruparse en corrientes o bandos opuestos, lo que lo convierte en un escenario más complejo que una simple discusión. Por ello, requiere de argumentaciones sólidas y de la aceptación de que existen conflictos de ideas legítimos. Debatir no debe generar rechazo ni miedo. Al contrario, es un ejercicio saludable que permite afinar nuestros razonamientos y fortalecer nuestras habilidades de liderazgo. Defender una idea frente a una postura contraria nos obliga a ser más precisos, claros y contundentes en nuestra exposición.

El debate no siempre lleva a un acuerdo, pero sí permite tomar decisiones informadas y responsables, considerando los argumentos de todas las partes y sus posibles consecuencias.

Deliberamos

La deliberación es el proceso de analizar con detenimiento los pros y los contras de una decisión antes de tomarla. Implica una reflexión profunda sobre las razones y las implicaciones de cada opción disponible. Dado su carácter crítico, la deliberación no debe improvisarse. Es necesario destinar el tiempo adecuado, contar con información relevante y escuchar a todas las personas implicadas.

En este sentido, sigo la metodología “Delibera”, desarrollada por Martí Olivella, del Centro para la Innovación Social. Este método fue diseñado para mejorar la calidad de la participación en reuniones y generar debates estructurados y productivos. Gracias a esta metodología, he aprendido a planificar el tiempo y los recursos de manera más eficiente, asegurando que todas las voces sean escuchadas, evitando repeticiones innecesarias y promoviendo intervenciones más equilibradas. Como resultado, las deliberaciones conducen a acuerdos más sólidos y a decisiones mejor documentadas.

Reflexión final: actitudes y voluntades

Las nuevas tecnologías y las plataformas de interacción social nos ofrecen oportunidades sin precedentes para potenciar estas habilidades, pero también pueden erosionarlas si se usan de manera superficial o desvirtuada. Debemos evitar que el ruido digital banalice la riqueza del diálogo, la discusión, el debate y la deliberación.

También es clave alejarnos del monólogo, la toxicidad y las dinámicas de confrontación sin fundamento. Un ejemplo interesante sobre la complejidad de estas cuatro dimensiones lo encontramos en “El arte de tener razón”, de Arthur Schopenhauer. En este libro, el filósofo distingue entre “tener razón” y “llevar razón”:
  • Tener razón es un ejercicio objetivo basado en la lógica, la investigación y el conocimiento.
  • Llevar razón, en cambio, es subjetivo y depende más de la percepción que de la realidad.
El liderazgo efectivo requiere una gran capacidad de gestión humanística para aplicar correctamente estas cuatro herramientas de interacción. Saber dialogar, discutir, debatir y deliberar nos ayuda a crecer, aprender y madurar continuamente en nuestras habilidades. Dominar estas cuatro dimensiones puede marcar la diferencia entre un liderazgo eficaz y uno deficiente. Si logramos integrarlas en nuestra práctica diaria, el éxito estará mucho más cerca.
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