Cuando un gobierno decide desmantelar el organismo que gestiona su sistema sanitario, sabemos que la crisis ha alcanzado un punto crítico. Esto es exactamente lo que acaba de ocurrir en el Reino Unido: el gobierno de Keir Starmer ha anunciado la abolición del NHS England, en un intento desesperado por reducir la burocracia y salvar un sistema al borde del colapso. ¿Es esta una señal de alarma para España? ¿Estamos más cerca de este escenario de lo que creemos?
En el mundo de la sanidad pública, hay un pensamiento recurrente que nos reconforta: “Eso no nos pasará a nosotros”. Es una forma de mantener la calma cuando vemos sistemas sanitarios en crisis, convenciéndonos de que el nuestro es diferente, que tenemos mecanismos de protección o que la situación no es tan grave. Sin embargo, la historia demuestra lo contrario: cuando las señales de alarma se ignoran, las crisis se convierten en colapsos inevitables.
El caso del National Health Service (NHS) británico es un espejo en el que deberíamos mirarnos con mucha atención. No porque sea idéntico a nuestro sistema sanitario, sino porque las dinámicas que lo han llevado a una crisis sin precedentes son inquietantemente familiares. Listas de espera récord, hospitales al borde de la saturación, una atención primaria desbordada y profesionales sanitarios exhaustos. ¿Nos suena? Lo preocupante no es solo que el NHS esté en crisis, sino que muchos de sus problemas ya están presentes en nuestro propio sistema. Y si no actuamos ahora, corremos el riesgo de seguir el mismo camino.
¿Qué ha llevado al NHS al borde del colapso?
Para entender lo que está ocurriendo en el Reino Unido, basta con revisar el último informe de Ara Darzi, cirujano y referente en gestión sanitaria. Su diagnóstico es claro: el deterioro del NHS no es un problema puntual, sino el resultado de años de fallos estructurales acumulados. Lo que empezó como un estrés coyuntural en determinados servicios, ha acabado convirtiéndose en un colapso sistémico, donde la demanda supera con creces la capacidad de respuesta del sistema.
Las cifras lo dicen todo:
- Listas de espera en máximos históricos, con millones de personas aguardando meses o incluso años para procedimientos esenciales.
- Colapso en los servicios de urgencias, donde pacientes pasan más de 12 horas esperando ser atendidos.
- Atención primaria al borde del colapso, con profesionales sobrecargados e incapaces de asumir la demanda creciente.
- Fuga de talento sanitario, con médicos y enfermeras abandonando el sistema por las malas condiciones laborales.
Pero el informe de Darzi no se queda en los síntomas. Identifica las verdaderas raíces del problema, que pueden resumirse en cinco grandes factores:- Colapso en los servicios de urgencias, donde pacientes pasan más de 12 horas esperando ser atendidos.
- Atención primaria al borde del colapso, con profesionales sobrecargados e incapaces de asumir la demanda creciente.
- Fuga de talento sanitario, con médicos y enfermeras abandonando el sistema por las malas condiciones laborales.
- Un empeoramiento del estado de salud de la población, con un incremento de enfermedades crónicas y desigualdades en salud.
- Una inversión insuficiente y mal gestionada, con parches presupuestarios en lugar de una estrategia sostenible a largo plazo.
- Un modelo asistencial obsoleto, diseñado para otra época y que no ha sabido adaptarse a las necesidades actuales.
- Un envejecimiento demográfico sin respuesta adecuada, que ha disparado la demanda sin una reorganización del sistema.
- Una falta de planificación en la gestión de recursos humanos, que ha llevado a déficits de personal en todos los niveles.
- Una inversión insuficiente y mal gestionada, con parches presupuestarios en lugar de una estrategia sostenible a largo plazo.
- Un modelo asistencial obsoleto, diseñado para otra época y que no ha sabido adaptarse a las necesidades actuales.
- Un envejecimiento demográfico sin respuesta adecuada, que ha disparado la demanda sin una reorganización del sistema.
- Una falta de planificación en la gestión de recursos humanos, que ha llevado a déficits de personal en todos los niveles.
Este diagnóstico no es solo una advertencia para el NHS. Es una advertencia para todos los sistemas sanitarios que comparten dinámicas similares, incluido el español.
Paralelismos inquietantes con la sanidad española
Podríamos pensar que el caso británico es único, pero la realidad es que España ya muestra síntomas preocupantes de deterioro. Las listas de espera siguen en ascenso, con tiempos medios que, en algunas comunidades autónomas, superan los seis meses para una intervención quirúrgica. La sobrecarga en urgencias y atención primaria es una constante, y la falta de profesionales sanitarios se ha convertido en un problema estructural.
Al igual que en el NHS, en España también hemos caído en la trampa del cortoplacismo:
- Parches presupuestarios en lugar de inversión estructural.
- Recursos humanos gestionados en clave de emergencia, sin una planificación de futuro.
- Reformas asistenciales tímidas, sin cambios profundos en el modelo de atención.
- Recursos humanos gestionados en clave de emergencia, sin una planificación de futuro.
- Reformas asistenciales tímidas, sin cambios profundos en el modelo de atención.
Si no corregimos el rumbo, nuestro sistema sanitario podría encontrarse en una situación similar a la del NHS en menos de una década.
¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Si algo nos enseña la crisis del NHS es que los problemas no desaparecen ignorándolos. Se necesita una respuesta firme, estructural y basada en la evidencia. Y esto pasa por abordar cinco cuestiones clave:
1. Redefinir el modelo asistencial para la nueva realidad demográfica. No podemos seguir operando con un esquema diseñado para otra época. La población envejece, las enfermedades crónicas aumentan y la atención sanitaria debe adaptarse. Necesitamos:
- Una atención primaria más fuerte y resolutiva, con más capacidad para gestionar la cronicidad.
- Un modelo hospitalario más eficiente, que evite ingresos innecesarios y reduzca la saturación de urgencias.
- Más recursos para la prevención y la salud pública, reduciendo la presión sobre el sistema asistencial.
- Un modelo hospitalario más eficiente, que evite ingresos innecesarios y reduzca la saturación de urgencias.
- Más recursos para la prevención y la salud pública, reduciendo la presión sobre el sistema asistencial.
2. Asegurar una inversión estable y sostenible. Las crisis sanitarias no se solucionan con inyecciones de dinero puntuales en momentos de emergencia. Se necesita una planificación financiera a largo plazo, con:
- Presupuestos suficientes que garanticen una sanidad pública robusta.
- Inversión en infraestructuras y tecnología, evitando el envejecimiento del equipamiento sanitario.
- Políticas de eficiencia en el gasto, evitando derroches y duplicidades.
- Inversión en infraestructuras y tecnología, evitando el envejecimiento del equipamiento sanitario.
- Políticas de eficiencia en el gasto, evitando derroches y duplicidades.
3. Transformar la organización sanitaria. Nuestros hospitales y centros de salud siguen funcionando con estructuras de gestión diseñadas en el siglo XX. Urge una modernización que apueste por:
- La digitalización y el uso de la inteligencia artificial, mejorando la eficiencia sin aumentar la carga asistencial.
- Modelos de trabajo más flexibles y multidisciplinares, reduciendo la burocracia innecesaria.
- Mayor autonomía para los profesionales sanitarios, dándoles más capacidad de decisión.
- Modelos de trabajo más flexibles y multidisciplinares, reduciendo la burocracia innecesaria.
- Mayor autonomía para los profesionales sanitarios, dándoles más capacidad de decisión.
4. Un pacto por la sanidad pública, alejado del vaivén político. Sin consenso político y social, cualquier intento de reforma será insuficiente. Se necesita:
- Un acuerdo de Estado que blinde la sanidad pública de los cambios de gobierno.
- Un compromiso real con la planificación sanitaria, evitando políticas improvisadas.
- La participación de profesionales y pacientes en el diseño de las reformas.
- Un compromiso real con la planificación sanitaria, evitando políticas improvisadas.
- La participación de profesionales y pacientes en el diseño de las reformas.
5. Mejorar la gestión del talento sanitario. La falta de médicos y enfermeras no es solo un problema de número, sino de gestión. Es imprescindible:
- Ofrecer condiciones laborales dignas, evitando la fuga de talento.
- Planificar la formación y contratación de profesionales, asegurando una cobertura adecuada en el futuro.
- Favorecer el liderazgo clínico, permitiendo que los profesionales sanitarios asuman roles de gestión.
- Planificar la formación y contratación de profesionales, asegurando una cobertura adecuada en el futuro.
- Favorecer el liderazgo clínico, permitiendo que los profesionales sanitarios asuman roles de gestión.
Estamos a tiempo, pero el reloj avanza
El NHS nos muestra un escenario que España aún puede evitar, pero solo si actúa con decisión. No podemos seguir confiando en la inercia ni en soluciones de corto plazo. La sanidad pública es uno de los pilares de nuestro bienestar y necesita un compromiso real con su sostenibilidad.
La pregunta es: ¿vamos a aprender de la crisis del NHS, o esperaremos a que el colapso nos alcance? La respuesta está en nuestras manos.