- ¿Qué pueden aportar las soluciones digitales a los pacientes?
- De las 250.000 Apps de Salud y Bienestar, ¿cuáles puedo escoger con garantías?
- ¿Quién es el responsable si algo va mal en el seguimiento de pacientes a través de las soluciones digitales?
- ¿Tienen que pagar los pacientes por el uso de las tecnologías para su salud?
- ¿Dónde está la evidencia en el uso de las soluciones digitales?
- ¿Cómo se usan esas soluciones digitales? ¿dónde están los protocolos? ¿cómo aprendemos su uso?
- ¿Cómo sabemos que los datos que se recogen están seguros?
- ¿Cómo podemos gestionar la gran cantidad de datos que se pueden recoger actualmente con las soluciones digitales?
Algunas de las reflexiones que aparecen alrededor de las respuestas a estas preguntas nos recuerdan en gran medida al uso de los medicamentos en pacientes, sobre todo, en los inicios en el uso de los fármacos. Factores cómo a quién darlos, si tendrán el mismo efecto para todos los pacientes de una misma patología, si ya existe evidencia en su uso, si existen protocolos para su utilización, si son seguros….
Estas reflexiones nos llevan a pensar que nos podemos encontrar delante de un nuevo tipo de prescripción, la tecnológica.
El paralelismo entre la prescripción farmacológica y la tecnológica alcanza a todo el perímetro de la misma. Desde la indicación a la adherencia.
Vayamos por partes, delante de la posibilidad de que una solución tecnológica (digital) pueda ser beneficiosa para un paciente, debemos de conocer si existe evidencia clara de que su uso ha supuesto una mejora en la gestión de la enfermedad del paciente, o bien, en su calidad de vida. Su uso también puede suponer una mejora en la prevención de enfermedades para las personas que tenga algún factor de riesgo para desarrollar una o más de una enfermedad, p.e. la obesidad, hipertensión, hiperglucemia, hipercolesteremia, etc.
Por consiguiente, podemos indicar el uso de determinadas soluciones en casos en los que los beneficios sean claros. Ahí tenemos la primera decisión que debe de tomar el profesional en la prescripción, la indicación para un determinado paciente de una determinada solución tecnológica. La indicación va a depender:
- Del tipo de enfermedad.
- De la situación clínica del paciente, no es lo mismo un paciente debutante que un paciente ya crónico.
- De la asociación de una o de más patologías.
- Del perfil sociológico del paciente.
Esta es fundamentalmente la base de una correcta indicación, saber qué tecnología puede aportar más beneficios a qué pacientes y cuándo, en qué momento de su situación, ¿en el alta?, ¿durante los meses siguientes? ¿años? …
Evidentemente, esto requiere tiempo y uso, con estudios donde se demuestren los beneficios clínicos del uso. Precisamente la OMS acaba de publicar “Recommendations on digital interventions for health system strengthening”, muy necesaria guideline sobre los estudios de las intervenciones en salud digital, que intenta ordenar y hacer las recomendaciones necesarias para conseguir tener estudios de evidencia robustos en el uso de las soluciones digitales.
Volviendo al paralelismo entre prescripciones, una de las características comunes entre ambas prescripciones es la gestión de la adherencia y la persistencia, entendiendo esta última como aquellos pacientes que siguen con un índice de adherencia superior al 80% después de un año de tratamiento. Pues bien, el problema que siempre ha existido en conseguir altas adherencias a la medicación para conseguir resultados eficaces, nos lo estamos encontrando en el uso de las soluciones digitales.
Cuando comentamos con varias empresas que tienen soluciones en el mercado que necesitan para ser eficaces una adherencia en el uso de los pacientes, nos relatan los problemas que tienen para conseguirlo, exactamente igual que el relato de la industria farmacéutica en muchas medicaciones para determinados tipos de pacientes.
El abordaje tal como ya se publicaba hace años en este artículo, Adherence to long-term therapies: Evidence for action, World Health Organization, 2003, who.int; McKinsey, debe de ser teniendo en cuenta los distintas dimensiones que llevan a una no adherencia y abordándolas en conjunto.
Cada vez que leo algún artículo relacionado con la gestión de la adherencia no puedo hacer otra cosa que trasladarlo al uso que se está haciendo de las soluciones digitales y a aplicar todo el conocimiento y experiencia que se han adquirido en la gestión farmacológica en la gestión tecnológica. No lo desaprovechemos.
En resumen, la prescripción tecnológica es un nuevo concepto que se está construyendo con el uso de las nuevas soluciones digitales y podría aprovechar mucho de lo aprendido en la gestión de la prescripción farmacológica. Son dos conceptos que caminan y caminaran juntos.