Valor en salud
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¿ES UN FRACASO LA DESCENTRALIZACIÓN EN EL ÁMBITO DE LA SALUD?

¿ES UN FRACASO LA DESCENTRALIZACIÓN EN EL ÁMBITO DE LA SALUD?

Francesc Moreu
Socio director de Moreu y Asociados   /   28-10-2020   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
Parece que existe un consenso en la prensa internacional de achacar, en buena medida, los malos resultados de España en el combate con la pandemia a su modelo de organización territorial. The Economist, Financial Times, Le Monde e incluso La Stampa, The New York Times y el Frankfurter Allgemeine Zeitung, entre otros se han puesto de acuerdo en tildar como fracaso la arquitectura del estado de las autonomías en general y el modelo cuasi federal de Salud en particular.

La debilidad del Ministerio de Sanidad, la falta coordinación, coherencia, y lealtad institucional junto a la polarización política de unos gobiernos, central y autonómicos, fragmentados en 17 sistemas de salud son las causas a las que aluden estos rotativos como causantes del fracaso.

¿DEBEMOS RECENTRALIZAR?

¿Justifica todo ello como algunos reclaman un recentralización de las competencias de salud? En mi opinión, nada más lejos de la realidad. Lo que si urge es un cambio en esta arquitectura institucional en Salud, demandado desde hace tiempo, para, al contrario, del aserto anterior, fortalecerla atendiendo asi a los intereses de los ciudadanos.

Es intrínsecamente bueno acercar la solución de los problemas donde estos se producen pero cuando esto ocurre han de estar muy bien establecidos los sistemas de control de un verdadero estado federal.

DE UN MODELO FEDERAL A OTRO CONFEDERAL

Mi propuesta incluso va un poco mas allá del modelo federal y situaría la citada arquitectura federal en un modelo cuasi de corte confederal lo que implica una gran dosis de lealtad institucional entre los que se confederan sin el cual no es posible un esquema de este estilo.

De facto el modelo español esta en esta línea con al diferencia que la federalizacion se ha producido de arriba a bajo sin un diseño fino de los antes citados mecanismos de control mientras que en la “confederación” serían los distintos ámbitos territorial, los que deberían ponerse de acuerdo en cuales son las funciones que son propias del poder central, el Ministerio, y cuáles de las CC.AA. evitando así las dupliciades que hoy se dan entre el Ministerio y las autonomías en los más variados temas.

En la realidad el Ministerio de Sanidad y más con la remoldeación del mismo al principio de la legislatura, tiene competencias residuales pues el 92% de los recursos están en manos de las autonomías, pero ello debería implicar que los mecanismos de control de esta descentralización, desde una Política de Salud estatal, como integración de las autonómicas (en realidad no existe ni en éstas) hasta la consideración del Consejo Interterritorial, como verdadero Ministerio de salud confederado del estado (parece que se opta por esta formula en la cogobernanza de la gestión del estado de alarma actual) en vez de un espacio de confrontación política pasando por una ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud cuya modificación de junio de este año se queda corta y un desarrollo de la Ley General de Salud Pública que estructure y encaje de forma inteligente las competencias estatales y autonómicas ahora casi inexistentes como ha puesto de evidencia la gestión de la pandemia.

EQUIDAD NO QUIERE DECIR UNIFORMIDAD

No es menos trascendente el sentar las bases que permitan desde la gestión la adecuación de la provision de servicios a las realidades de cada uno de los confederados pero sin que ello signifique desde el aseguramiento que existan pólizas basicas distintas en los diversos territorios eliminando tambien las limitaciones a los derechos y deberes que impidan la libre circulación en igualdad de condiciones de ciudadanos y profesionales, sistemas de información con estándares compartidos, una central de resultados mancomunada así como una agencia independiente con gobernanza cofederada de salud pública y otra de evaluación de tecnologías haciendo del Instituto Carlos III una institución participada por 17 socios.

Mención aparte para la financiación que no puede estar al albur de la voluntad de cada territorio ni sujeta a la economía ciclica teniendo para cada autonomía y en función de la póliza publica estatal una consignación finalista cuyos importes deben ser consecuencia del volumen de población, su estructura etaria, el patrón epidemiológico, la cartera de prestaciones básicas y las garantías explicitas ofertadas a los ciudadanos. Como es propio de un estado confederado los aspectos regulatorios y las condiciones del aseguramiento público y su financiación deben ser consensuados por aquellos que se confederan mientras que deben ser las estrategias de gestión adecuadas a las características de cada territorio decididas en cada territorio.

UN NUEVO MODELO DE SALUD PARA UNA NUEVA SOCIEDAD

La necesaria reforma de la Ley General de Sanidad que debería ser paralela a la de la Dependencia y la General de Salud pública, integrándolas todas ellas en una sola (para ello se precisa de un pacto de Estado) debería ser el marco legal de la construcción de un nuevo modelo de Salud, donde cabría, entre otras, la transformación del actual modelo, cuasi federal, mal entendido, en un confederal con la base ya referida de la lealtad institucional y que pudiese servir, por qué no, de referencia, a una revisión global de la arquitectura institucional español (¿Para cuando el Senado se convertiraa de una cámara de las CC.AA.?) pues no nos olvidemos que pese a todo, y la gestión de la pandemia así lo ha puesto de evidencia la Sanidad en este país es, sin lugar a dudas, el servicio público que mejor funciona.
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