“Lo esencial es invisible a los ojos”
Antoine Saint Exupery. El Principito.
Soy ávida lectora, lo he sido siempre, no puedo evitar leer cuanto cae en mis manos. Si alguien me pregunta sobre mis libros favoritos, soy incapaz de limitarme a unos cuantos. Uno de los que siempre me vienen a la cabeza, de los que deja huella, es “El Principito”. Son abundantes las lecciones, esencias sabiamente destiladas, que se desprenden de su lectura. Siguiendo mi habitual línea argumental de contrastar lo antiguo y lo nuevo, en este caso nos servirá de hilo conductor para reflexionar sobre cambio y nuevas competencias.
Saint Exupery nos anticipaba en 1943: “Cuando el misterio es demasiado impresionante, no es posible desobedecer” ¿Hablaba quizá de la revolución tecnológica? Seguramente no, ¿o sí? Volvamos a nuestros días, echemos un vistazo a unos cuantos datos extraídos del mapa de profesiones digitales elaborado por el Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI) en su especial observatorio de RRHH: 4.000 millones de personas estarán conectadas a la red en 2019, a diario se abren un millón de páginas web y la mitad de las empresas que habrá en 2020 aún no han nacido; todos los días Google recibe tres billones de búsquedas, en el año 2020 un 45% de los profesionales serán trabajadores del conocimiento y la innovación (otro anglicismo de moda: los “KNOWMADS”, los nuevos nómadas del conocimiento, profesionales que aprovechan la Red y los caminos que marcan la Web social o 2.0.)... Impresionante, ¿verdad?
De nuevas tecnologías impregnamos casi todos los temas sobre los que escribimos, en cualquiera de los contenidos que abordemos aparecen como algo recurrente. No es para menos, asistimos a un cambio de paradigma propiciado por su irrupción en nuestro contexto en general y, por ende, en el escenario sanitario. Somos unos privilegiados por tener la oportunidad de asistir a él, por ser testigos principales. En nuestra mano está el ser meros espectadores o protagonistas de la película que estamos viendo o viviendo; de lo que no cabe duda es que, queramos o no, estamos en el guion o fuera de él.
Leía recientemente sobre las competencias profesionales más requeridas en la actualidad, en prácticamente toda la bibliografía y en los análisis más recientes, se señala, como la más importante para todos los sectores de actividad, la flexibilidad y adaptación al cambio. También lo decía el Principito hace unos cuantos años: “Todo lo que sucede al otro lado del mundo, de una u otra manera, nos acaba afectando”. ¿Y qué es lo que está sucediendo al otro lado del mundo? Pues, relacionadas con el mundo sanitario, que puedan afectar a nuestro trabajo y al modo en el que hacemos las cosas, ya hemos visto que unos cuantos miles, millones o billones de cosas. ¿Cómo anticiparnos a eso? ¿Qué competencias profesionales debemos desarrollar? ¿Estamos capacitados para ello? ¿Cómo prepararnos?
Extrayendo conceptos de la teoría de la modernidad líquida de Zygmunt Bauman deberíamos, en este entorno, convertirnos en profesionales “líquidos”: visibles, adaptables, cambiantes, maleables, independientes, responsables, ni volátiles ni gaseosos, ágiles, interactivos, colaboradores, multimedia; sin el aspecto sólido o pétreo anclado en el siglo XX y con pocas miras al siglo XXI. Demasiados requerimientos y demasiado etéreos, demasiada incertidumbre… me produce estrés solo leerlo ¿no creen?
Hace un tiempo sabíamos dónde buscar el conocimiento, ahora no, nuestras fuentes han crecido y siguen creciendo exponencialmente. Difícil, muy difícil, bucear entre este descomunal mar de informaciones y datos relevantes, entre la ingente cantidad de nuevas prácticas y modos diferentes de hacer las cosas sin que nos provoque ansiedad. No hace tanto teníamos los referentes y los medios localizados: profesores, especialistas a los que acudir, bibliotecas en las que buscar; ahora no, expertos y referentes proliferan en multitud de foros y también han cambiado radicalmente los roles de docentes y de alumnos.
Tenemos un nuevo reto en gestión del talento: debemos enseñar a aprender a nuestros profesionales. Reto nada fácil pues, mientras enseñamos donde buscar y aprender, todo cambia. En estos momentos, respecto a incorporación de innovaciones, la empresa va más lenta que las personas y estas más lentas que la innovación. La velocidad es trepidante, produce verdadero vértigo!
Equilibremos esa sensación con una pincelada de sosiego y optimismo en este punto, con una cita de otro Príncipe, en este caso el de Maquiavelo en 1513: “No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad”. Personalmente incluiría, como competencias esenciales a desarrollar en nuestro currículo, con independencia del área de especialización a la que nos dediquemos, la capacidad de comunicación en entornos web y la de criba de la información relevante. Resulta imprescindible poseer la habilidad para localizar y utilizar las fuentes de información que nos resulten útiles y beneficiosas en nuestros respectivos ámbitos de responsabilidad. Ejercitando y desarrollando estas capacidades estoy segura de que tendremos gran parte del camino andado y centraremos el foco de nuestros esfuerzos.
Finalmente apliquemos una última enseñanza de nuestro Principito, nuestro particular cicerone en esta reflexión, él nos invita a lanzarnos a descubrir cosas nuevas, a dejar de ser geógrafos y a ser exploradores y se marcha, pensando en su flor efímera, a visitar el planeta Tierra tras escuchar al Geógrafo decir: "El geógrafo no tiene por qué llevar la cuenta de las ciudades, de los ríos, de las montañas, de los mares, de los océanos y de los desiertos. El geógrafo es demasiado importante para andar callejeando. No deja su despacho".
Recordemos que él fue el único capaz de ver el elefante devorado por una boa…
Artículo original publicado en el nº 36 New Medical Economics