Valor en salud
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El sector salud 20 meses después

El sector salud 20 meses después

Francesc Moreu
Socio director de Moreu y Asociados   /   17-11-2021   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
Mirando atrás

Han pasado 20 meses desde el inicio de la pandemia y los problemas que se cernían sobre el sector salud antes de ella, más los sobrevenidos por la misma, siguen ahí, pese a algunos atisbos de solución que la citada pandemia nos ha permitido avizorar.

Durante estos casi dos años, y sobre todo a lo largo del 2020, han aparecido desde diversas instancias multitud de propuestas, políticas, técnicas y politécnicas, de reforma del sector (yo mismo formulé la mía), muchas de ellas partiendo de los problemas preexistentes y algunas, de mirada corta, sobre todo las de corte político, ciñéndose únicamente a las consecuencias de la citada pandemia.

La realidad es que quienes realmente tenían la capacidad de cambiar las cosas (a nivel macro, el modelo de salud), las instancias políticas, no han hecho nada y se han limitado a capear, como han podido, el temporal, pero no lo han aprovechado para transformar la realidad.

Es en el ámbito meso (los dispositivos de provisión) y sobre todo desde el micro (los profesionales) donde se han producido cambios significativos forzados por las circunstancias, pero con riesgo de involución cuando se vuelva a la normalidad si las citadas reformas macro no se llevan a cabo.


¿Nos debemos centrar en la provisión o hemos de apuntar también al aseguramiento?

Los avances meso y micro se han llevado a cabo en la prestación de servicios, pero nada ha ocurrido donde los problemas son más acuciantes y donde su abordaje puede tener más trascendencia, que es por un lado en la esfera del modelo de salud (nuevo concepto de salud, modelo de salud no de sanidad, centrado en las personas, SNS federal o confederal, clúster salud, financiación diferente, propiedad pública / derecho privado, salud 4.0, una nueva Salud Pública, profesionales reconocidos y aggionardos, etc.) y por otro, de enorme trascendencia en la revisión del contrato social en el que debe insertarse este y que debería tener consecuencias en el aseguramiento.

¿Continuará la “barra libre”?

Mientras la provisión del sector salud actúa como si la barra libre del COVID hubiese de tener continuidad con los fondos del New Generation, sin tener en cuenta que la realidad es que en un par de años (si no antes, pues para el 2022 las CC. AA. piden el mantenimiento del fondo COVID por un importe de más de 13.000 millones de euros) volverá el “llanto y el crujir de dientes” existente antes de marzo de 2019 y que, aparentemente, esta barra libre nos ha hecho olvidar.

A título de ejemplo, en Cataluña, que son los que conozco mejor, pero al igual que en otras CC. AA., los fondos adicionales COVID para el 20 y el 21 han estado alrededor de 3.500 millones de euros (casi un 30 % del presupuesto corriente) y para el 22 se presupuestan 1.800 millones de euros.


No podemos esperar más

Hay en muchas de las propuestas de reforma de sector, que de momento solo sirven para poder decir: “yo ya lo había dicho”, muchos aspectos comunes que rezuman sensatez y que han sido propuestos en multitud de ocasiones; pero pocos, muy pocos, han ido a la línea de flotación para asegurar la pervivencia de un modelo de bienestar que por mucho que se tilde de línea roja por todo el espectro político es inviable en su actual formulación.

Nadie piense, antes, al contrario, que estoy cuestionando lo que expresa la última encuesta del CIS que refleja que el 70% de los españoles quiere que el Estado se responsabilice de su bienestar, pero obviamente sí cuestiono cómo debe interpretarse este deseo y en qué medida precisa de una acomodación a unos nuevos valores de la sociedad en el contexto de una sociedad poscapitalista y cómo puede hacerse sostenible este desiderátum.


La crisis COVID, una oportunidad

Dicen los que entienden que es en el abordaje de las crisis cuando debe aprovecharse para llevar a cabo los cambios estructurales que se precisen y que, en condiciones de bonanza, daría más pereza realizar. No se pueden abordar las situaciones de crisis únicamente “comprimiendo el muelle”, que inevitablemente rebotará cuando se deje de ejercer presión sobre él, sino que hay que actuar sobre el núcleo duro de los problemas para cuando se vuelva a la normalidad hacerlo sobre unas nuevas bases.

¡Es el aseguramiento, estúpido!

Parafraseo a Bill Clinton que centró con esta frase (¡es la economía, estúpido!) la campaña contra George Bush padre y que le llevó a ganar las elecciones.

Guste o no guste, el reto está en hacer viable un modelo de aseguramiento que potencie la equidad y estimule el esfuerzo y la solidaridad (mercado todo el posible, Estado todo el necesario), dando una igualdad de trato a todas las prestaciones incluidas en el contrato social de la sociedad de bienestar.

Estas premisas podrían hacerse efectivas con un modelo universal mixto, que cubriera la prevención, la promoción y la atención a los riesgos corrientes coste/efectivos y catastróficos con una póliza pública, más un aseguramiento complementario privado, obligatorio para lo menos coste/efectivo con un reaseguro a cargo del seguro público para todos aquellos que pese a su esfuerzo no puedan acudir al mercado para cubrir este tramo, lo que se traduciría, en mi opinión, en un incremento de la cohesión social, la solidaridad y la sostenibilidad.

El seguro público podría también ofertar el complementario y, una vez asegurada la universalidad en el aseguramiento, podría establecerse la competición público/privada en la provisión con una regulación estricta para mejorar la eficiencia del sistema y dar respuesta a la demanda de libre elección, al menos (en el caso de la salud) en el terciarismo.

No confundir, como reclaman algunos, con la extensión del modelo Muface que podría tener como consecuencia la conversión del aseguramiento público en la “beneficencia del siglo XXI” (en Cataluña un 33% de la población tiene doble cobertura con un crecimiento sostenido desde el 2015 y con un acelerón en los últimos 20 meses).

Mutatis mutandis los mismos criterios en las otras prestaciones de la sociedad del bienestar.


CODA

Así es como, en mi opinión, deben entenderse los resultados de la citada encuesta del CIS.

La salida de la crisis actual no se producirá gracias al manar de los fondos next generation, se producirá por un cambio del modelo de salud concordante con el de la sociedad y en el consecuente reposicionamiento del contrato social.

Me dirán los que amablemente sigan mis posts que “me repito como el ajo” y tienen razón. El de hoy es volver a reiterar lo que ya propugnaba en los dos del primer trimestre de 2019 pero es que, desgraciadamente y pese al aldabonazo que ha significado la pandemia, no ha ocurrido nada en esta dirección.

Seguramente las prioridades han sido otras estos últimos 20 meses, pero el debate, que ya era urgente en aquel entonces, ahora sí que ya no puede esperar más y por esto sin la pretensión de tener la razón, ahí va mi opinión para estimularlo.
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