Celebrar un encuentro en torno a la gestión sanitaria cada dos años, como son las Jornadas de Evaluación y Gestión en Salud de la Fundación Signo, nos permite identificar los nuevos paradigmas que van ocupando el espacio de la política sanitaria y de la atención a la salud. Ayuda, también, a certificar la constatación de un sector dinámico que adapta de forma progresiva la manera de enfocar la complejidad y adecúa las respuestas a cada momento social.
Value-Based Health Care (VBHC)
Hablamos, por tanto, de la evolución de un paradigma (el de la gestión clínica) por agregación de propuestas que se han ido sumando desde diferentes áreas del conocimiento y que confieren un dinamismo singular a la gestión sanitaria. Por ejemplo, si en los últimos años estamos hablando de atención sanitaria basada en valor (VBHC, por sus siglas en inglés) y de medición de resultados desde esta nueva perspectiva, es porque con anterioridad hemos hecho un recorrido que arranca con la medicina científica de Cochrane, con el trípode de la calidad (estructura, proceso y resultado) de Donabedian, con la medicina basada en la evidencia de Sacket, con las aportaciones de los economistas de la salud, con las alertas sobre la seguridad…
En definitiva, un conjunto de componentes que ya forman parte de la cultura sanitaria actual a los que en los últimos años se ha agregado la nueva perspectiva del valor, inspirada en las reflexiones y propuestas de Michael Porter y que ha ido enraizando en las estrategias de nuestras organizaciones y abriendo la visión a una nueva forma de medir los resultados.
Desarrollo sostenible
Y es en este contexto evolutivo que cabe anotar un nuevo cambio que hemos tenido la oportunidad de constatar en nuestro último encuentro en Granada: el de la incorporación de los criterios de desarrollo sostenible como un componente ineludible en los compromisos que el sector sanitario tiene que asumir.
En el universo sanitario la idea de sostenibilidad se ha interpretado preferentemente como la búsqueda de equilibrios entre la capacidad de financiación y el gasto, en el esfuerzo por hacer viable la respuesta asistencial en el futuro. De este modo, en el trípode “economía, sociedad, medio ambiente”, este último componente (que en la acepción original de sostenibilidad era el más relevante) ha quedado relegado o, en general, su abordaje integral no ha formado parte de los objetivos prioritarios de las autoridades sanitarias, de los gestores y de los profesionales.
El nuevo paradigma de la política y la gestión sanitaria se va a reformular integrando los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 entre los retos más relevantes que tiene el sistema sanitario, asegurando y exigiendo compromisos explícitos a todos los niveles. Los criterios del enfoque ESG (Environement, Social, Governance), que se han hecho ya familiares en el sector privado, pueden representar, además, una oportunidad para la transformación del sector público y, en particular, en el sanitario.
Del mismo modo, como han ido apuntando referentes del Value-Based Health Care (VBHC), como Muir Gray, hay que ir incorporando en el denominador de la ecuación del valor aquellos costes asociados a las externalidades negativas que generan las intervenciones sanitarias desde el punto de vista medioambiental. Aportar valor debe tener en cuenta, también en sanidad y para todos, la preservación del planeta.