Valor en salud
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Hoy hablamos de Atención Primaria

Hoy hablamos de Atención Primaria

Francesc Moreu
Socio director de Moreu y Asociados   /   27-10-2022   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
1. Introducción

Sin lugar a dudas, uno de los grandes éxitos del modelo sanitario que alumbró la LGS fue la creación, en 1984, de un nuevo modelo de Atención Primaria siguiendo los principios definidos por la OMS en Alma Ata en 1978. Casi 40 años después de aquel Real Decreto de estructuras básicas de salud que dio carta de naturaleza a la APS, el citado modelo, está en trance de morir de éxito.

Aquel “nuevo modelo” no ha sufrido apenas modificaciones sensibles en su paradigma en estos 40 años, por lo que precisa de una “reforma de la reforma” que no debe leerse como una contrarreforma, para adecuarlo, por un lado, a las nuevas demandas sociales y a los avances tecnológicos del curar y el cuidar y, por otro, a la imprescindible conversión de un modelo sanitario en otro de salud, en el contexto de un “nuevo modelo de salud para una nueva sociedad”.

Si bien se ha repetido hasta la saciedad la importancia de la APS en el modelo, lo cierto es que si esta prioridad se mide por el peso específico de la APS en los presupuestos de Sanidad de las distintas CC. AA., este continúa siendo aproximadamente igual (un 15 %) que antes de la reforma.


2. Hacia un nuevo modelo

Como “estrategia” que es, no debe ser considerada un nivel y debe formar en pie de igualdad con las otras especialidades médicas (salud mental incluida) en los equipos integrados multidisciplinarios que atienden de manera holística a los ciudadanos (¿OSIs?) a lo largo de toda su peripecia vital (ello implica, por ejemplo, la desaparición de las “gerencias de APS”, agentes, entre otros, de la separación de niveles que dificultan la continuidad de la atención).

Dicha integración, para asegurar el coste eficacia de sus actuaciones y el contínuum asistencial a lo largo de toda la cadena de valor que exigen los ciudadanos, debe hacerse efectiva no solo dentro de ámbito sanitario (deben hacerse cargo, por ejemplo, como drivers de la atención a los pacientes crónicos, no solo en su seguimiento, sino también en la atención que requieran en sus descompensaciones en su domicilio, incluyendo bajo la etiqueta “crónicos” también a los largos supervivientes oncológicos), sino que debe extenderse en el contexto de un modelo de salud al ámbito sociosanitario y de atención a la dependencia (de cuya atención sanitaria se deben responsabilizar). Lo que incluso puede llevar a repensar la existencia de asistentes sociales vinculados a la APS, sustituyéndolos por trabajadores de los Servicios Sociales de Atención Primaria ubicados, por qué no, físicamente en los centros de salud.

La Salud Pública, en lo tocante a las actuaciones sobre las personas, debe formar también de su responsabilidad en conexión con las Agencias de Salud Pública en su vinculación con lo que respecta a las actuaciones sobre el medio. Todo ello potencia el rol de la APS como driver de los ciudadanos a lo largo de la citada cadena de valor asistencial.


3. Los cambios precisos para ello

a) Incrementar la capacidad de resolución de la APS en base a nuevas prestaciones en su portafolio y a la tecnificación soft de la consulta dentro de las competencias de los médicos de familia, lo que redundaría también en poder ofrecer a estos profesionales “más ancho campo para sus hazañas”, con traducción directa en su motivación.

b) Ello obligaría también a revisar a la baja el número de ciudadanos adscritos a cada MF (coste adicional compensado por la menor apelación a la Atención Especializada), la incorporación de “assistans, además de las posibilidades de la transformación digital para que puedan concentrarse en su función e incorporar nuevos perfiles profesionales en los equipos como, psicólogos, nutricionistas, podólogos, rehabilitadores, más odontólogos, etc.

c) Mención aparte para la Enfermería, que potencia su protagonismo compartiendo su rol en la consulta de enfermería con la creciente importancia de los cuidados domiciliarios por mor de la ya citada atención a los crónicos en sus descompensaciones, con el soporte de las posibilidades de la tecnología y el apoyo preciso de la Atención Especializada para ello, además de enfocarse al desarrollo de la nfermería comunitaria. Reajustar, al igual que en los MF, las dotaciones de estos profesionales.

d) Nuevo equilibrio entre la atención a la demanda (a potenciar) y la dedicación a los programas (a racionalizar), así como entre las distintas formas de accesibilidad con una segmentación acorde a la tipología de pacientes a partir de vis a vis como fórmula base.

e) Hacer de los equipos de Atención Primaria equipos y no un “coworking” de profesionales, y para ello es preciso que tengan un propósito común más allá de su “cupo” y este no puede ser otro que la mejora del patrón epidemiológico de la población adscrita, a partir de un diagnóstico de situación, sin grandes alardes, de la citada población que de sentido al modelo que coloca, pero no subsume, al ciudadano en la comunidad, no solo hace atención, sino que pretende poner de evidencia la necesidad y eleva la asistencia a atención.

e) Los EAPS deben tener, desde la perspectiva presupuestaria, consideración de PYME en la que en la parte de los ingresos se valore el número de afiliados por la cápita correspondiente a las características de la población; su estructura etaria, su carga mórbida y las características del territorio y en lo tocante a los costes, además de los directos, se deben incluir las consignaciones para la “compra” de productos intermedios, diagnósticos y terapéuticos, así como las precisas para “pagar” las primeras consultas derivadas a los especialistas. Deberían añadirse además, las consignaciones precisas para hacer frente a la prestación farmacéutica y todas aquellas otras cuya prescripción es del EAPS, incluyendo aquí, aunque fuese de manera virtual, las necesarias para compensar la IT.


4. Seamos rupturistas

Para ir acabando, un pequeño ejercicio disruptivo fuera del statu quo actual, pues el progreso no viene perfeccionando lo que ya se hace, sino probablemente por romper con el citado statu quo (ojo, no cambiar por cambiar) y explorar algo nuevo.

a) ¿Por qué no plantearnos que la APS esté vinculada a la función aseguramiento/compra para que, a modo de HMO, desde la aseguradora se tenga el control sobre la siniestralidad y las derivaciones? Ello no debería significar, bien gestionado, desde el punto de vista del modelo asistencial, un obstáculo a todo lo planteado en el apartado anterior.

b) ¿Valdría la pena hacer un esfuerzo de verdad para animar la creación de EAP de base asociativa que permitiese a sus partícipes una mayor satisfacción profesional y económica?

c) ¿Por qué no hacer de la libre elección, no solo de profesional, sino también de EAP, un instrumento para el estímulo a la mejora de la calidad y la atención a las personas, así como de la cuenta de resultados y el consiguiente bonus a sus componentes vinculado al valor de sus resultados de salud?


5) Para finalizar

Lo que debe permanecer son los aspectos básicos del porqué de la estrategia de APS; accesibilidad, globalidad, longitudinalidad e integridad forman parte de su ADN, así como su base poblacional y territorial. Pero la mejora de la respuesta a las necesidades y expectativas de los ciudadanos de hoy, solo será posible si el modelo permite a los profesionales la consecución del logro, que es el motor de su motivación y la base de su satisfacción que las empresas han de ser capaces de convertir en implicación y compromiso utilizando para ello el reconocimiento y apoyando su necesidad de trascendencia social y, por otro lado, fomentar la corresponsabilización de los ciudadanos sobre su estado de salud y la utilización sensata de los dispositivos que se ponen a su disposición cuando lo precisan.
 
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