Valor en salud
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¿Faltan médicos?

¿Faltan médicos?

Francesc Moreu
Socio director de Moreu y Asociados   /   19-01-2023   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
Introducción

Mi respuesta ante la pregunta tan formulada estos últimos meses es clara y rotunda: no, en España no faltan médicos. Permítanme que argumente mi posición y que, para ello, recurra de entrada a un planteamiento académico.

Como en cualquier otro ámbito de actividad regulada, la oferta (en este caso el número de médicos) necesaria dependerá de la demanda que la población exprese y de la productividad en la utilización de estos profesionales, posicionando ambas variables en un determinado modelo de salud asociado al contrato social y a las promesas de valor que de él se deriven.

Como este equilibrio (demanda / necesidad de profesionales) es variable por múltiples circunstancias, a lo largo del tiempo, habrá que situarlo en un horizonte dinámico hacia el futuro, por un lado, y hacia el pasado, por otro, para comprender y valorar adecuadamente lo que está pasando hoy.


La demanda y la oferta

La demanda es consecuencia del volumen de población, su estructura etaria y su patrón epidemiológico, la necesidad, que hay que mayorar con las expectativas derivadas de las citadas promesas de valor, teniendo en cuenta la más importante de ellas, que es la cartera de prestaciones ofertada a los ciudadanos (sin caer para ello en dar carta de naturaleza a la llamada “medicina del deseo”) y a las condiciones de la misma a la hora de la utilización de los servicios (accesibilidad, coste, etc.).

La demanda resultante de todo lo anterior está situada en España alrededor de 12 contactos / persona / año con el sistema de salud, casi el doble de la de otros países con los que nos podemos comparar en el entorno de la Unión Europea. Por lo que, si bien el número de médicos es de los más altos de Europa, según Eurostat, uno por cada 215 habitantes frente a uno cada 295, en los cinco países con los que nos podemos homologar (Alemania, Países Bajos, Francia, Bélgica e Italia), si estandarizamos esta cifra en función de la demanda disparada la ratio se convierte en uno cada 450, con el agravante que en España solo hay 6,3 enfermeras por cada 1.000 habitantes cuando el promedio de los citados países europeos es de 12,8.

Parece que este exceso de demanda se debe a dos factores; por un lado, a una población más envejecida que la de los países de nuestro entorno y, por otro, a un modelo de salud que lo da todo para todos a un coste cuasi cero a la hora de la utilización de los servicios.

Es bien cierto que el número actual de médicos descenderá en los próximos años a causa de las jubilaciones de las cohortes que se incorporaron al sistema en los años 70 y 80 y que a corto plazo la tasa de sustitución prevista en función de las plazas MIR ofertadas no será suficiente, aunque la tendencia se invertirá a medio plazo, pero también lo es que la hipotética falta de médicos que se denuncia en la situación actual no es general, sino que se concentra en determinadas especialidades, siendo la de Medicina de Familia una de las más damnificadas. Este desequilibrio entre especialidades también se observa cuando se comparan Comunidades Autónomas.

En otro orden de cosas, la productividad en la utilización, en este caso de los médicos, está vinculada, por un lado, a la jornada contratada y a las condiciones laborales de la misma, al reparto de actividades dentro de ella (asistencia, docencia e I+D+i) y a la política retributiva que la estimule, así como en el rol de estos profesionales, dentro del equipo asistencial y a los determinantes del modelo de salud (donde se presta la atención) y a la existencia de los soportes precisos (humanos y tecnológicos) para rentabilizar al máximo la hora efectiva de los médicos y, por qué no, de la existencia del nivel de cualificación adecuado de los mismos y el alineamiento de la motivación individual con los objetivos institucionales, base de su implicación y compromiso.

Desde este punto de vista y a tenor de los factores que inciden en la productividad, no es difícil aceptar que en España esta es manifiestamente mejorable, siendo causa no menor en este apartado el modelo organizativo del trabajo diario.


Conclusión

Demanda disparada y un modelo de salud poco efectivo y eficiente, junto a una organización macro, meso y micro de los dispositivos de provisión basada en un modelo de negocio obsoleto, aunado a una productividad individual con posibilidades de mejora, trae como consecuencia este desequilibrio entre demanda y la oferta de profesionales para atenderla, cuya solución más simplista pasa por aceptar que faltan médicos y de lo que se trata es de aumentar su número sin tener en cuenta todos los otros aspectos que, de no solucionarse, harán insuficientes tantos cuantos haya en el sistema.

No parece, en otro orden de cosas, ser cierta la tan cacareada “fuga masiva” de profesionales hacia otros países de la UE (en todo caso es más real en la profesión de Enfermería) e incluso los números dicen que el saldo emigración / inmigración es, a favor de estos, sobre todo a causa de los procedentes de LATAM.

Se trata, pues, de un problema multifactorial que no puede ser atacado en una sola de sus variables, sino que debe ser abordado en el conjunto de las mismas y, muchísimo menos, debe reducirse su solución al incremento, sin más, del número de médicos, sino que esencialmente las estrategias deben dirigirse a eliminar todas aquellas causas que hacen que el número actual de estos profesionales, que es suficiente, hoy no lo sea.

Otra cosa son los escenarios de transición que puedan dibujarse para paliar el transitorio desajuste de jubilaciones versus nuevas incorporaciones, ante la histéresis de la formación de estos profesionales, o las puntuales carencias de algunas especialidades como la ya referida de Medicina de Familia (no me parece mal la idea del Ministerio del “retiro activo”), pero los principales esfuerzos deben ir dirigidos a los problemas sistémicos identificados cuando, además, es más rápido y efectivo actuar sobre las citados problemas que sobre el incremento de médicos.


Mejorar la utilización de los recursos disponibles

A corto plazo los esfuerzos deberían ir dirigidos a una mejor utilización de los recursos disponibles para, así, incrementar la productividad de los dispositivos de provisión, en base a la revisión del rol de cada uno de ellos en la cadena del valor asistencial y a la gestión integral de la misma, a la mejora de la organización del trabajo diario, dando para ello protagonismo a los profesionales como se hizo en los momentos álgidos de la pandemia, traspasar a la Enfermería todas aquellas actividades que dentro de su marco competencial podrían realizar estos profesionales y que hoy hacen los médicos, rescatando para ello personal de enfermería de aquellas tareas que deberían ser realizadas por las auxiliares o por unos técnicos asistenciales de nueva creación e incorporando soportes tecnológicos o humanos para que estos profesionales no tengan que realizar tareas administrativas que les distraigan de la razón de ser de su profesión o que faciliten la relación con los pacientes.

En este orden de cosas y a fin y efecto de mejorar las posibilidades de gestión de los dispositivos públicos debería, manteniendo la titularidad pública de los mismos, situarlos bajo la esfera del Derecho Privado, ya que el público solo permite administrar y no gestionar, lo que facilitaría la adopción de políticas de gestión de personas más estimulantes para los profesionales, tanto en lo tocante a las condiciones salariales como, en general, al marco laboral de su relación con el sector publico.


De un modelo de Sanidad a otro de salud

Vuelvo a reiterar uno de mis mantras preferidos, pues creo que es oportuno hacerlo en este tema. Es imprescindible abordar, sin más dilación, la tantas veces aplazada reforma del modelo actual de Sanidad, tanto desde la perspectiva del aseguramiento como de la provisión, lo que permitirá reposicionar la demanda disparada que distorsiona la necesidad de estos profesionales.

Lo simplifico para no alargarme, pues lo he argumentado varias veces desde este mismo blog: pasar de Sanidad a salud, como paraguas, gobernanza transversal y no vertical, póliza pública más póliza complementaria en el aseguramiento y gestión integrada en el territorio que potencie la Atención Primaria (ver para los interesados mi post de octubre) y empresarializacion de la gestión hospitalaria son sus claves con efecto a la demanda y la productividad de los recursos materiales y humanos.

No estaría de mas un ejercicio serio de prospectiva de cuál será la evolución de todas las variables que inciden en el problema a largo plazo, no olvidando en ello el impacto de los avances tecnológicos en las distintas especialidades (según la Kings Foundation, por ejemplo, la IA impactará de manera decisiva en la necesidad de radiólogos), teniendo en cuenta que las medidas que se puedan adoptar hoy sobre el aporte de nuevos profesionales en el sistema tienen un periodo de latencia de entre 10 y 12 años.


Acabo

Obviamente no es un problema a minimizar, ni mucho menos a frivolizar, pero tampoco lo es para simplificarlo disparando con pólvora de rey. Se trata de un aspecto más de un problema mucho mayor del cual se esconde la cabeza debajo del ala ,so pretexto que el modelo de bienestar del que hemos dotado es una línea roja que no se puede traspasar sin darnos cuenta de que la mejor manera de hacerlo insostenible es no querer afrontarlo de una manera integral.

Ya vamos tarde para ello.
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