Valor en salud
Valor en salud
Valor en salud

¡Mayday, mayday, mayday! El sistema sanitario necesita ser rescatado

¡Mayday, mayday, mayday! El sistema sanitario necesita ser rescatado

Francesc Iglesias
Responsable de la Oficina de Apoyo a la Innovación y la Investigación. Dirección Gerencia. Institut Català de la Salut   /   07-02-2023   /   0 COMENTARIOS   /  A+ | a-
Cuando se detecta un fallo en el funcionamiento de un avión, una embarcación e incluso en alguna organización dedicada al manejo de contenido sensible, suponiendo un serio peligro para la integridad de sus ocupantes, de la estructura y/o de la población, se utiliza la palabra mayday como señal de conveniencia para, simultáneamente, pedir ayuda, alertando del peligro y requiriendo soluciones rápidas.

Según protocolo, la norma pide repetirla tres veces consecutivas para que el receptor del mensaje no tenga dudas sobre el mismo y sea alertado del peligro, activando un plan o dispositivo de ayuda inmediata e intentando mantener el contacto con el emisor.

Con mayday se incorpora la nemotecnia MIPDANIO:

Es esencial que los mensajes de mayday sean concisos y claros, y tener información e indicadores en un orden reconocible, manteniendo la calma y las formas, es una manera perfecta para que la información se entienda y ayude.

Lo que representa:

M: May day / I: Identificación / P: Posición / D: Distress type (tipo de socorro) / A: Asistencia requerida / N: Número de personas a bordo / I: Información adicional sobre la situación / O: Over (cortar comunicación).

Tal vez sea posible en este artículo establecer una breve metáfora sobre situaciones de peligro de nuestro sistema sanitario y si es necesario utilizar un maydayEllo entraña:

Una certeza sobre si estamos en una situación de necesitar ayuda, concretando las circunstancias que precisan activar la señal.
- Cómo expresar el contenido rápido y conciso del MIPDANIO y quién o quiénes han de realizarlo, contando con acceso a un medio de transmisión y con un receptor.
Una reflexión sobre los posibles emisores y receptores del mensaje y de cómo deberían comportase unos y otros para afrontar la situación.
Finalmente, que se entienda el mensaje y su gravedad, ¿comporta o garantiza la ayuda inmediata?

La metáfora: certeza de que algo no funciona bien

Como si fuera la Armada Invencible, hemos pensado y vivido en el convencimiento de que teníamos uno de los mejores sistemas y estructuras en salud del mundo: bien dotado de una red de provisión potente y diversa, con buenos líderes y una gran tripulación, experta, motivada, con talento y bien preparada para ofrecer y asumir los servicios esperados en cualquier situación, por difícil que pareciera. Y una ciudadanía que lo valoraba y mostraba su satisfacción por su capacidad de respuesta y excelencia. En pocas palabras: un sistema sólido, indestructible y reconocido mundialmente.

Sin embargo, desde hace ya tiempo, observamos problemas estructurales y de funcionamiento en la navegación de esta flota, en su mantenimiento, renovación y sostenibilidad, que están despertando alertas entre los agentes del sistema, que evidencian que no es oro todo lo que reluce y que se están encendiendo alarmas que conducen a la necesidad de actuar para evitar un serio problema de desarticulación y deterioro irreversible.

Es cierto que nuestro sistema de salud es capaz de reaccionar y tiene mucho potencial y capacidad de mejora ante esta situación. Pero, para ello, necesita transformarse. Siendo conscientes, los que somos partícipes, de nuestras ineficiencias e imperfecciones crónicas, atendiendo a esas señales de alarma sin mantenernos pasivos o impávidos y con la necesidad de obrar ordenada y conjuntamente, con capacidad de reconocer nuestros límites y, por tanto, cuando solicitar ayuda, aquella que nos permita profundizar en el análisis y la acción de transformación.

Para ello, hay que reconocer en qué situación estamos y estar realmente convencidos y preparados para reestructurar nuestra Armada.


La situación: nos acercamos a una tormenta perfecta

Combinado con el código MIPDANIO, trataré de exponer la situación actual.

May Day

Incluso antes de sufrir el impacto de la pandemia del COVID-19, muchas voces de expertos y profesionales del sector declaraban la necesidad de modernizar nuestro Sistema de Salud, advirtiendo sobre síntomas de estancamiento, relajación y obsolescencia del mismo, pese a la visión, tal vez más superficial, de su buen posicionamiento a nivel de opinión ciudadana y en los rankings internacionales que nos comparaban con otros países a nivel global.

Los que alertan de la amenaza miran un cuadro de mando muy diferente a los que observan indicadores inservibles y poco actualizados que no les advierten del peligro o, peor aún, no hacen excesivo caso a las señales que lo evidencian, insensibles a las situaciones de aviso y descontento altamente perceptibles, pensando que la fuerza e inercia del sistema resistirá los embates y las cosas se solucionaran por sí solas espontáneamente.

Este diagnóstico de urgencia transformadora está más que emitido para evitar un fallo irreversible del sistema.


Identificación

Como decía, el peligro de no mejorar y modernizar las estructuras y el funcionamiento del sistema, manteniendo fórmulas obsoletas e ineficientes, ya viene siendo detectado y advertido por diversos agentes y personalidades con gran experiencia, con capacidad y visión analítica. Tan solo hay que acercarse a la lectura de diversas publicaciones de entidades muy reconocidas, a las muestras de descontento entre profesionales y ciudadanos y a la cotidianidad de artículos en prensa y noticias en los medios, que nos trasmiten los síntomas y expresan que algo debe de cambiar pronto.

Posteriormente al COVID-19, aún en recuperación, se han incluido nuevas tempestades: conflicto bélico en Ucrania y serios impactos macroeconómicos que han alterado variables tradicionalmente estables en nuestro espacio europeo, como la inflación y el endeudamiento público, entre otras.

Ciertamente, la crisis que vivimos y la percepción de sus posteriores consecuencias no han hecho más que evidenciar las costuras rotas, las fugas del sistema y las imperiosas necesidades de abordar un cambio o transformación del modelo y de la interacción entre los agentes implicados y concurrentes.


Posición

Estamos en una situación que afecta a nuestro sistema sanitario en particular y, en general, a todos los sistemas que optaron por modelos basados en proporcionar y garantizar un estado de bienestar a la ciudadanía y una atención global: preventiva, asistencial y crónica.

Por lo tanto, la crisis puede considerarse global, planteando la necesidad de una transformación profunda y, tal vez, combinada, de todos los sistemas implicados. Ello sugiere medidas conjuntas de urgencia que incidan en la mejora de la situación, como ya vienen apareciendo, especialmente vinculadas a la sostenibilidad, modernización y resiliencia de los sistemas.

Pero dichas actuaciones deben ser ágiles, bien coordinadas y abordar no solo los problemas urgentes, sino también establecer las bases para garantizar que no son solamente medidas paliativas y coyunturales, sino generadoras de un nuevo modelo que viene y se crea para quedarse.


Tipo de socorro

La magnitud de la situación; puede valorarse en el serio riesgo de desestructuración del sistema, de búsqueda de soluciones no planificadas, recetas improvisadas, que no cuenten con la actuación de todos los agentes implicados. Los peligros inminentes los podríamos definir en algunos puntos críticos del sistema que pueden rebasar su línea de flotación y afectar a su sostenibilidad.

Entre muchas aportaciones, la ordenación de problemas que realizan Jordi Ibáñez, colaborador del Center for Research in Healthcare Innovation Management (CRHIM), y Jaume Ribera, profesor de Dirección de Producción, Tecnología y Operaciones en la misma institución, en su documento La salud en el centro de nuestra sociedad: Ideas para un debate pendiente, creo que es muy elocuente.

Brevemente:

Población: se está produciendo un empeoramiento de la asistencia y decisiones de doble cobertura.
- Sostenibilidad amenazada de forma estructural: falta de recursos y, a su vez, recursos utilizados de forma poco eficiente (terciarismo, Atención Primaria, nuevas tecnologías…).
- Satisfacción del paciente/ciudadano: alerta sobre el posible cambio de percepción sobre el sistema.
- Satisfacción de los profesionales sanitarios: precarización de las condiciones laborales, de reconocimiento profesional y desmotivación.
- Docencia, investigación e innovación: dificultad de incorporación de nuevas profesiones en el sector, atomización, falta de traslación y captación de recursos e inversión.
- Sistema de salud como motor de crecimiento: necesidad de generar la percepción de inversión, tractor de riqueza y no exclusivamente de gasto.

Asistencia requerida

En este sentido, nos debemos de hacer preguntas poderosas que nos ayuden a mejorar el sistema:


- ¿Con quién deberemos contar para desarrollar nuevas estrategias de cambio de modelo?
- ¿Cómo tiene que ser el modelo de asistencia sanitaria para que se adecue al nuevo contexto social bien entrado el siglo XXI?
- ¿Qué esquemas de pensamiento serán los apropiados para abordar una nueva visión de nuestras instituciones y organizaciones sanitarias a todo nivel?
- ¿Con qué líderes contaremos para ejecutar las acciones y cambios que nos propongamos emprender?
- ¿Cómo evaluaremos los resultados con indicadores realmente sensibles a la marcha del sistema?

Evidentemente, vamos a tener que alejarnos de sistemas anodinos y reiterativos de formulación, abandonando zonas de confort inexistentes, ya que los tiempos exigen intrepidez, asertividad y capacidades ágiles para asumir cambios radicales y estructurales, navegando en un mar de incertidumbres, donde no habrá solución inmediata para todo o bien no llegará siempre en el momento deseado ni de forma sistemática.

Número de personas a bordo

Tod@s estamos a bordo, sin excepción, afecta a toda la ciudadanía, a la sociedad y su tejido. Evidentemente, en el sistema, ocupamos diferentes roles, pero como ya expresaba en el anterior punto necesitamos la implicación organizada y liderada de todos los agentes.

Tod@s tenemos mucho que perder si no transformamos el sistema, y mucho que ganar si atendemos y acudimos a dar solución a las señales de alarma del sistema.

Ámbitos: todos los relacionados con los contenidos que afectan a la política y planificación en salud, la definición de las prestaciones, la provisión de servicios y la evaluación de los resultados en la salud de la sociedad.

Alcances: todos los agentes implicados y todos los contenidos e instrumentos que supongan verdaderas palancas de cambio y transformación del modelo.


Over: emisores y receptores, ¿una paradoja?

Puede sucedernos que algunos agentes estén ocultos o mezclados entre los emisores cuando deberían ser los receptores del mayday. Creo que ya hay suficiente diagnóstico y se precisan decisiones y actuaciones trascendentes.

Los receptores del mensaje, y responsables finales de la situación, no pueden excusarse y deben empezar a dar ya respuesta a la necesidad suscitada. Responsabilidad y capacidad del receptor: sin claridad en estas dimensiones será muy complejo encontrar el encuadre apropiado para que los interlocutores asuman retos y participen con sus mejores capacidades.

Señalar a los receptores debería ser relativamente sencillo y, por no entrar en detalles, son todos aquellos que poseen la capacidad de gobernanza y sostenibilidad del sistema, sea a nivel europeo, estatal o autonómico.

Es necesario que las señales de alarma las traduzcan en acciones concretas y que todo el mundo se alinee con dichos responsables, siendo necesarios para ello liderazgos claros y considerables esfuerzos para ser precisos en las soluciones, mantener la calma y los tiempos de resolución de las averías detectadas.


En definitiva, si entendemos que hay un problema, ¿hay solución?

¡Por supuesto que hay solución!, el mensaje no sólo se oye, sino que parece que empieza a entenderse y a atenderse. Para ello, tomando conciencia de estas señales de alarma, debemos actuar y hacerlo de forma unida, responsable y con generosidad en las miras, más allá de ciclos políticos o agendas propias. Hay que hacer un ejercicio de desaprendizaje para incorporar nuevas fórmulas innovadoras y verdaderamente transformadoras que sitúen al sistema en las mejores condiciones de servicio, solvencia y competitividad.

Se observan ya posicionamientos muy sensibles de diferentes autoridades sanitarias sobre la necesidad de transformación, se están generando equipos de trabajo departamentales en algunas Comunidades Autónomas que están desarrollando, junto a los agentes del sistema, nuevas formas de proceder y ejecutar de forma rápida y eficaz (algunos grupos trabajan en modelos fast-track). Tal vez sería necesario mayor comunicación y coordinación entre las iniciativas para ganar tiempo, agilidad y coherencia en las medidas.

Siempre he insistido en que los momentos más críticos son los que nos hacen despertar y reaccionar dando lo mejor de nosotros mismos. Parece que todo indica que es el momento y hay que aglutinar y compartir todas estas nuevas iniciativas transformadoras, antes de que el problema supere a la solución.

Hasta los modelos de Inteligencia Artificial intuyen la necesidad. Julio Mayol, catedrático de Cirugía en la Universidad Complutense y profesional muy experto y polifacético en contenidos de transformación sistémicos, nos envió a través de redes sociales, hace pocas semanas, una pregunta que realizó al cada vez más famoso ChatGPT. He aquí la respuesta:


Como pueden observar, aunque no sea un análisis exhaustivo, sorprende la coincidencia sobre algunas de las medidas enunciadas. Afina poco en los profesionales, ya que no solo debería contestar sobre el personal médico exclusivamente, sino mencionar a todas las profesiones vinculadas con la prestación de servicios de salud. Pero es un modelo que va aprendiendo y mejorará su capacidad de respuesta, siendo esta cada vez más ajustada a un análisis y contraste con el método y las operaciones vigentes.


Tenemos capacidad suficiente y medios, europeos y propios, que pueden hacer viable la transformación del sistema. Soy optimista y observo que el nivel de concienciación aumenta delante de la inexorabilidad del cambio.

Tan solo necesitamos ponernos a trabajar juntos y coordinados, acordar una misma dirección capaz de transformar y ser ágiles y resolutivos, y seguro que tendremos el sistema de salud que nos meremos −financiamos−.

Así, con seguridad, venceremos a la tempestad.
No hay comentarios

Haga un comentario

Simple catpcha image
Top