Esta realidad no está exenta de un debate, aún no resuelto, entre sus bondades y sus efectos incontrolados y posiblemente perniciosos. Al mismo tiempo que su potencial crece sin parar, irremediablemente y de forma exponencial, acompañado de serias dudas, sobre su control, uso, regulación e impacto.
Esto me hace pensar en la analogía, muy primaria, por cierto, entre el fuego y la IA. Y me lleva a reflexionar sobre el mito de Prometeo, por su significado inexorable y trascendente en el discurrir de la especie humana.
Un nuevo elemento se nos ha dado, o hemos desarrollado, que puede variar y alterar de forma muy repentina y brusca la relación entre el intelecto humano y la inteligencia artificial.
El mito
La mitología griega nos habla de un Titán, Prometeo, un tipo enrollado, poco temeroso de los dioses y especialmente amigo, curiosamente protector, de la civilización humana.
Este Titán irritó bastante a Zeus con alguna broma pesada que hizo que este retirara la posesión del fuego a los humanos. Pero Prometeo, ni corto ni perezoso, se las compuso por el Olimpo para devolver el fuego a su “protegida” humanidad.
El castigo de Zeus por la faena de Prometeo es bien conocido y un poco “gore”, como muchos conocéis. En concreto, perdía el hígado cada día devorado por un águila que regeneraba de inmediato, al ser Titán, y vuelta a empezar.
También, simultáneamente, se despachó con los humanos con Pandora, que destapó una caja por curiosidad, a pesar de la prohibición expresa e intencionada de Zeus, expandiendo toda clase de desgracias –plagas, pobreza y todo el mal posible–.
Sea como fuere, el bien o el mal ya estaba hecho: la humanidad ya era dueña del fuego.
El fuego, como bien sabemos, nos ha acompañado en toda nuestra historia y ha tenido efectos beneficiosos o devastadores, según su uso, por los seres humanos.
Nos ha ofrecido calor y luz nocturna, cambios en nuestra alimentación, en las tecnologías que lo incorporaban y cientos de usos positivos en nuestro desarrollo vital e intelectual. También ha sido utilizado como instrumento nocivo y mortífero en acciones controladas y descontroladas: armas de guerra, incendios, impactos climáticos y otras desgracias.
El intelecto humano versus inteligencia
En este artículo, me centro más en el intelecto humano que en su inteligencia. Ello es debido a que considero que son dos cosas muy diferentes y que no interactuarán de forma exactamente igual con la inteligencia artificial.
Será mejor aferrarnos a definiciones concretas que me ayuden a explicarles a dónde quiero llegar. Vamos al diccionario:
INTELIGENCIA
- Capacidad de entender o comprender.
- Capacidad de resolver problemas.
- Conocimiento, comprensión, acto de entender.
- Habilidad, destreza y experiencia.
- Capacidad de resolver problemas.
- Conocimiento, comprensión, acto de entender.
- Habilidad, destreza y experiencia.
Buscando alguna definición más fraseada, me ha encantado esta: “La inteligencia es la capacidad de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas, cosa que también son capaces de hacer los animales e incluso los ordenadores”.
Vale: humanos, animales y ordenadores tienen potencialmente esta capacidad.
¿Y el intelecto?
INTELECTO
Me apasiona más el intelecto que la inteligencia, me parece más diferenciador como ser humano. Rebuscando en algún tratado de psicología he encontrado algunas definiciones que justifican estos rasgos:
- El intelecto es la capacidad que tiene un ser humano de comprender y procesar los datos que se le están exponiendo.
- El intelecto es la facultad o cualidad de un ser humano de entender el mundo que lo rodea a través de los procesos de su mente.
- El intelecto es una habilidad mental que en cada individuo se presenta con una potencialidad distinta. También es una característica que se desarrolla o se construye a partir del esfuerzo por cultivar habilidades como el raciocinio, la curiosidad o la investigación.
- La palabra “intelecto” viene del latín intellectus y significa “habilidad de escoger bien”. Sus componentes léxicos son: el prefijo inter (entre) y lectus (escogido).
- El intelecto es la facultad o cualidad de un ser humano de entender el mundo que lo rodea a través de los procesos de su mente.
- El intelecto es una habilidad mental que en cada individuo se presenta con una potencialidad distinta. También es una característica que se desarrolla o se construye a partir del esfuerzo por cultivar habilidades como el raciocinio, la curiosidad o la investigación.
- La palabra “intelecto” viene del latín intellectus y significa “habilidad de escoger bien”. Sus componentes léxicos son: el prefijo inter (entre) y lectus (escogido).
Interesante: la inteligencia es una característica innata y compatible, pero el intelecto parece más sofisticado, diferenciador, requiere esfuerzo y capacidad de escoger bien.
Eso puede diferenciar a una persona inteligente de una que sea intelectual.
¿Podrá un animal o una máquina desarrollar capacidad intelectual?
¿Podrá la Inteligencia Artificial emular, sustituir o eliminar la intelectualidad humana?
¡Sigamos que promete!
La inteligencia artificial
Rebuscando cientos de definiciones de IA, me cuadra perfectamente para este artículo la que nos ofrece Jerry Kaplan, su visión menos humana y más evolutiva:
“La esencia de la IA (y de la inteligencia en general) es la capacidad de hacer generalizaciones apropiadas de manera oportuna a partir de datos limitados. Cuanto más amplio sea el ámbito de aplicación y más rápido se extraigan conclusiones con un mínimo de información, más inteligente será el comportamiento”.
Me gusta esta definición porque advierte de tres estadios evolutivos de la IA que deberíamos tener en cuenta:
- Una IA débil o estrecha, especializada en una tarea e incapaz de hacer nada más allá de su dominio particular de funcionalidad.
- Una IA fuerte o general, con capacidad para comportarse de forma inteligente en una amplia variedad de contextos y para aplicar los conocimientos aprendidos en un contexto a situaciones novedosas.
- Y la superinteligencia artificial, que superaría con creces las capacidades cognitivas de los humanos.
- Una IA fuerte o general, con capacidad para comportarse de forma inteligente en una amplia variedad de contextos y para aplicar los conocimientos aprendidos en un contexto a situaciones novedosas.
- Y la superinteligencia artificial, que superaría con creces las capacidades cognitivas de los humanos.
En la actualidad, aún es difícil comprender o ubicar la posición de los diferentes sectores económicos, sociales, políticos estratégicos e incluso en salud en estos tres estadios.
Las evoluciones son diferentes y el debate sobre el poder, propiedad o gobernanza de la gestión de los modelos IA no está resuelto, y en muchas ocasiones, ni siquiera abordado desde las perspectivas éticas, legales o regulatorias.
Como siempre nos ha ocurrido, la realidad va más acelerada a la capacidad de control de los avances de la humanidad. ¿Recuerdan el tema de la energía nuclear y las bombas atómicas?, sus consecuencias fueron previas a acuerdos sobre su uso y equilibrio de fuerzas destructivas.
Sólo que ahora el nivel de aceleración es tan exponencial que parece aún más difícil la gestión anticipada y sensata de los tres estadios anunciados por Kaplan.
Los beneficios y los peligros potenciales de la IA
Creo que no podemos ocultar que la IA reporta y reportará importantes beneficios a la humanidad y en concreto al sector salud.
Pero no es más cierto que debemos obrar con cierta estrategia que permita también detectar sus efectos nocivos y adversos, para poder gestionarlos y abordar nuevas soluciones frente a una realidad ya imparable.
Como modelo incipiente, me preocupa observar cierto desorden y falta de estructuración de lo que va a ser necesario en el impulso y el control para que la IA sea un instrumento altamente eficaz, accesible, democrático y seguro.
De cara a la ciudadanía y a los pacientes, debemos abordar modelos preparados para entender su usabilidad y beneficios sin perder la seguridad, confidencialidad y propiedad de sus datos.
A nivel general y multisectorial, del que el sector salud no es ajeno, son inquietantes los riesgos potenciales de la IA que la carta firmada por los líderes de OpenAI, Google DeepMind y Anthropic destaca. Nada menos que la extinción de la humanidad: “Mitigar el riesgo de extinción de la IA debería ser una prioridad mundial junto con otros riesgos a escala social, como las pandemias y la guerra nuclear”.
La preocupación también se comprueba en Europa: la Comisión Europea acaba de publicar una nueva actualización de la propuesta de reglamento para la IA. Entre los objetivos perseguidos, es primordial garantizar un desarrollo ético y centrado en el ser humano y nuevas reglas de transparencia y gestión de riesgos de los sistemas de IA.
Para impulsar la innovación en IA, los eurodiputados agregaron exenciones a estas reglas para las actividades de investigación. La nueva ley promueve la regulación sandboxes, o entornos controlados, establecidos por las autoridades públicas para probar la IA antes de su despliegue.
Si se aprueban, serán las primeras reglas del mundo sobre Inteligencia Artificial.
Conclusiones desde la perspectiva del ser humano
No soy de ninguna manera un detractor de la IA, todo lo contrario, creo que es un gran logro para la humanidad y sus efectos beneficiosos superaran a los nocivos si somos capaces de saber lo que tenemos entre manos y usarla adecuadamente dentro de un modelo de gobernanza, sostenibilidad y usabilidad justa, democrática y segura para la ciudadanía.
En el caso de nuestro sector salud, será un elemento imprescindible y estratégico para la transformación sistémica en beneficio de las personas, tanto en términos de prevención, tratamiento y seguimiento de una población destinada a incrementar su esperanza de vida y la calidad de los años vividos.
Puedo aceptar que la IA tenga capacidades muy superiores a las humanas y llegar a poseer mayor inteligencia relativa en estadios muy avanzados de su desarrollo.
Pero nuestro intelecto no puede dormirse. No podemos permitirnos el lujo ni el error de confundirlo con una suplantación del mismo por la IA, sería un desastre absoluto de dimensiones impensables.
Nuestra es la capacidad de escoger bien y pensar por nosotros mismos.
Precisamos de intelectuales que guíen éticamente el futuro que nos viene y relacionen harmónicamente las inteligencias humanas y artificiales en la evolución continua de nuestra especie.
¡Ah! Se me olvidaba:
Prometeo fue liberado por un tal Heracles gracias a que le dio indicaciones de cómo llegar al Jardín de las Hespérides en uno de sus Doce Trabajos, solo tuvo que llevar un anillo de recuerdo del castigo de Zeus –por aquello de que no se repita–
Y en la caja de Pandora quedó una sola cosa permanente: la esperanza.
Que es lo único que no podemos perder.
Escrito por José Luis de Sancho Martin el 15-06-2023 #1
Enhorabuena y gracias por la reflexión.