María Teresa Alonso Salazar
Directora Médico. Area 11 de Madrid.
¿Cuánto tiempo llevas?
“Toda una vida”, que dice un bolero, aunque “veinte años no es nada”, según un tango. Toda mi vida profesional se ha desarrollado en Madrid y en Atención Primaria. Llegué a la gestión de una manera casual. Hice la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en el Hospital La Paz y el Centro de Salud de Alcobendas entre los años 1985-87, y al finalizar el MIR todo fue muy rápido: aprobé las oposiciones 4 meses después y obtuve una plaza como médico de familia de EAP en el Área 1 de Madrid. Aunque tomé posesión de la misma un año más tarde, en abril de 1989, fue para incorporarme al Área 9 como Subdirectora Médico, haciéndome cargo de la coordinación de la atención continuada y urgente.
Al año siguiente me convertí en el primer directivo con nombramiento de Gerente de Atención Primaria en el Área 3 y después de dos intensos años volví como médico a mi Centro de Salud, en el que durante cinco años, mi hice cargo de la Coordinación del mismo. Mi ritmo de trabajo en el Centro de Salud era mucho más sosegado, y sobre todo con una jornada laboral controlada, y eso me facilitó la defensa de mi tesis doctoral, pendiente de un último empujón, y volver a la Universidad Autónoma durante cuatro años para obtener la Licenciatura en Economía.
Salí del Centro de Salud para dar a luz a mi hija, y después del descanso maternal ya no me incorporé, sino que lo hice en la Dirección de Atención Primaria del Área 1. Primero y durante dos años como Coordinadora de la Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria, durante cinco años más como Directora Médico y otro año como Subdirectora.
Desde el Área 1 pasé a formar parte del equipo directivo de Atención Primaria del Área 11, en donde actualmente y desde hace cinco años, trabajo.
Como Directora Médica he pasado diez años y casi lo considero mi espacio natural. El trabajo en la Dirección Médica de un Área de Atención Primaria tiene una parte importante de reflexión, planificación y estrategia, que llega a los profesionales a través de los subdirectores y coordinadores. Si a esta característica le unimos que siempre he trabajado en dos Áreas muy grandes, se entienden las dificultades en el contacto directo con los profesionales. He orientado mi actividad hacia la mejora de su desempeño y el desarrollo de sus competencias. Hubiera deseado contribuir a que los médicos de Atención Primaria disfrutasen del hecho de serlo, y tuvieran una conciencia generalizada de su significación social, tanto individual para su población asignada, como colectiva aportando como grupo valor específico al Sistema Sanitario
¿Qué ha sido lo mejor?
He tenido la oportunidad de trabajar en 5 de las 11 Áreas de la Comunidad de Madrid, y desde diferentes responsabilidades, viviendo muy de cerca momentos históricos del desarrollo del Sistema Sanitario. Cada una de las etapas tiene un significado diferente y merece su calificación como la mejor por algún motivo.
Destacaría del Área 9 la experiencia de trabajo en equipo, con profesionales muy valiosos, a los que agradezco su acogida y el despertar en mí la vocación por la gestión.
La etapa más intensa y más complicada, a la que calificaría profesionalmente como la mejor fue la vivida en el Área 3, coincidiendo el despliegue del nuevo modelo con la responsabilidad como Gerente. Con la máxima responsabilidad en la gestión se me brindaba la oportunidad que dan las condiciones experimentales de laboratorio, y el gran compromiso de poner en marcha una estructura que hasta ese momento sólo era negro sobre blanco. Sin duda, aquella experiencia fue irrepetible y me siento satisfecha por el rigor del trabajo realizado y sus resultados.
La vuelta al Centro de Salud significó compartir gestión y clínica. Siendo gerente había trabajado en la definición de las competencias de los Coordinadores Médicos de los Centros de Salud y en esta nueva etapa se sumaba el reto de llevar a la práctica aquello en cuyo desarrollo intelectual había participado.
El trabajo en la Unidad Docente fue el más amable. Seguía formando parte de una estructura de gestión y directiva, pero ahora centrada en el desarrollo del capital humano.
Como parte del equipo directivo del Área 1 fui también responsable de la coordinación sociosanitaria. La necesidad de dar una respuesta integrada a necesidades que siempre lo están, dejó una huella en mi manera de seguir trabajando en el sector sanitario, que aborda problemas que inevitablemente están impregnados de “lo social”.
Mi última etapa como Directora Médico del Área 11 también es “lo mejor”, no sólo por ser el presente, sino por ser el proyecto más maduro y metodológicamente más riguroso, con un magnífico equipo de profesionales como compañeros. A pesar de las interferencias y las dificultades del entorno, hay resultados obtenidos que ponen de manifiesto que el cambio es posible, y que la Atención Primaria tiene capacidad para el crecimiento y la renovación desde sí misma.
¿Qué ha sido lo peor?
La selectividad de la memoria nos facilita borrar los malos recuerdos.
Tal vez algunos aprendizajes fueron dolorosos, algunas reglas del juego del mundo laborar me sorprendieron demasiado joven. Era consciente de que el acceso a determinados puestos era fruto de la confianza de alguien en su ejercicio de la libre designación, y de que la salida de los mismos respondía a un proceso inverso, de pérdida de confianza de quien en esos momentos tomaba la decisión, y que en todo ello había un componente de azar que no se podía controlar. Pero también estaba convencida de que la parte más importante del desarrollo profesional estaba vinculada al esfuerzo, al buen hacer, a los resultados obtenidos y que sobre esas variables sí existía control individual. Descubrir que las leyes de la probabilidad no tenían aplicación directa en la carrera de un gestor, fue una lección, que aún hoy no estoy segura de tener bien aprendida.
Todos los cambios que se han ido produciendo en mi vida profesional, en un plazo más o menos largo, han resultado positivos y fuente de riqueza. Así, lo que pudiera parecer lo más duro, como es el cese en un puesto directivo, me permitió tener un periodo sólido de reflexión como médico de familia al volver al centro de salud, terminar mi tesis doctoral y obtener la licenciatura en Economía.
En la gestión de nuestro sistema sanitario hay diferentes “peores”, como no controlar los tiempos de los proyectos que abordas, trabajar con ciclos anuales de manera indiscriminada, independientemente de la naturaleza de los objetivos; no hacer explicito lo que la organización espera de ti, la dificultad para configurar equipos de trabajo, la falta de reconocimiento de la profesionalidad de este colectivo, difuminar la delicada línea que separa el ámbito de la decisión política del ámbito de la gestión. Pero aún con estas dificultades es posible trabajar; tal vez para la situación más complicada, en la que cuestiono mi continuidad en un proyecto, es la que se produce con la pérdida del respeto profesional hacia quien ejerce el liderazgo y tiene en esos momentos la responsabilidad de dirigirme.
¿Cómo ves el futuro?
Con incertidumbre expectante. El futuro necesita un revulsivo, y me siento parte de la solución. Veo las oportunidades que se generan en tiempos de crisis. La crisis estimula la reflexión, la imaginación y la innovación; permite abordar problemas de los que no es posible ni hablar en tiempos de bonanza. En este entorno en el que es necesaria la reflexión crítica y dejar a un lado la autocomplacencia, entidades como la Fundación Signo, vinculada a la innovación, la eficiencia, el dinamismo profesional, tienen que desempeñar un papel destacado. Más que nunca es necesaria la gestión, que tiene aportaciones pendientes en la esfera “del pensar” y la esfera “del hacer”. Las herramientas moduladoras del cambio están en nuestras manos, pero para facilitar a los profesionales sanitarios, los grandes actores del Sistema, el estímulo y el compromiso por hacer posibles esos cambios. Una consideración final: es muy difícil mejorar, si siempre pensamos en lo políticamente correcto.